Nuestras vidas se desarrollan en torno a las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación (TIC) convertidas -en pocos años- en herramientas
impulsoras de una transformación global; tecnologías a partir de las cuales se
estructura el nuevo paradigma
informacional (Castells 2011), eje de un desarrollo
donde las redes de ciudades globales y las conexiones que las unen son el motor
del mundo global. Estas nuevas tecnologías permiten una comunicación constante
entre nodos-ciudad impulsores del desarrollo del sistema en el que nos
encontramos. Vivimos inmersos en unas nuevas
redes de comunicación que estructuran nuestra sociedad de forma permanente y
ubicua, a través de unas tecnologías de naturaleza plástica y flexible basadas
en el código abierto, pero al mismo tiempo sometidas a un nuevo neodarwinismo, ahora
informacional. Las TIC’s están
basadas en el desarrollo de la microelectrónica y la nanotecnología, así como en la biotecnología, avances estos permiten la
construcción de una Sociedad Red capaz de vencer los límites del tiempo y del
espacio histórico precedente. De esta
manera estamos superando la forma de organizarnos de una era industrial que,
hasta hace poco, impregnaba todas las esferas de la actividad humana.
Estas nuevas tecnologías tienen la capacidad de
expandirse e introducirse en todos los ámbitos de nuestra vida, hasta
convertirse en la materia prima de la que nos nutrimos como sociedad. Se crean redes
informacionales que se organizan permanentemente mientras promueven la
convergencia hacia un sistema concentrado y globalizado, y a la vez que fragmentado
y descentralizado.
La Sociedad Red centra su devenir en la capacidad de
organizarse de forma local para luego llegar a reconocerse globalmente; una
sociedad donde las instituciones, las organizaciones y los actores sociales se
ven forzados a reformularse para mantenerse en el centro del debate social. Es
en este contexto que nos vemos obligados a redefinir nuestro papel como
ciudadanos, en una democracia que se ve empujada a abrir nuevos espacios para la participación. Nos encontramos delante de nuevas redes relacionales que nos permiten
ser actores activos de los cambios paradigmáticos que vivimos.
Ahora son los usuarios de las nuevas tecnologías, y en su conjunto la sociedad y su tejido económico, los que hacen evolucionar y arraigar las utilidades capaces de transformar nuestra sociedad. Al mismo tiempo son estas mismas tecnologías las que nos obligan a crear una nueva pedagogía informacional, a partir de cómo nos las apropiamos y utilizamos, y a sabiendas de que son el origen de buena parte de las transformaciones culturales, organizativas e institucionales que estamos experimentando. Unos avances tecnológicos que nos son vendidos como herramientas de comunicación sin fin, en un nuevo mundo de progreso sin límite. Mientras, sus "vendedores" utilizan su complejidad como coartada para justificar una libertad confusa en un mundo globalizado, que siempre es occidentalizado. Detrás de la aparente libertad que transfieren, a través del intercambio de información, aparece la mordaza de la necesidad y de la inalcanzable velocidad de cambio constante a la que nos obligan a seguir. Una necesidad que -antes de resolver problemas- lo que hacen es simplemente desplazarlos, gracias a las nuevas tecnologías. Esta inalcanzable velocidad es ahora la que divide el mundo entre lentos y rápidos, donde domina la dictadura del tiempo corto (Matterlart,2002).
Como individuos estamos delante de unas TIC que de forma paulatina y
constante está sustituyendo la comunicación de masas y a sus paradigmas
comunicacionales del industrialismo. Una
fórmula cimentada en la construcción de oligopolios empresariales de la comunicación,
que están basados en la emisión de un mensaje unidireccional dirigido a una
audiencia de masas a la que sólo se le permite escuchar. Para conseguir esta transformación
estamos obligados a ejercer activamente un permanente ejercicio de sentido
crítico y de curiosidad intelectual hacia estas nuevas tecnologías. Nos estamos apropiando individualmente de
la comunicación de masas para convertirnos en emisores personales de
información y conocimiento en un entorno colaborativo en red.
Desde esta posición, tenemos que ser partícipes de la
construcción de una sociedad que utiliza estas tecnologías para generar interconexiones y crear redes en un mundo dominado por el intercambio
de información y conocimiento. Donde como personas e
identidades individuales formamos parte de esta red de nodos a partir de
nuestros conocimientos, intereses y deseos. Podemos dar por superada la idea
que Marshall McLuhan y B.R. Powers desarrollan en el libro Global Village (McLuhan, Powers, 1990), donde se intuye un futuro en el que los nuevos sistemas de
comunicación superarían las especificidades de lo local, lo particular y la
entidad, es decir, de la noción de cultura y con ello la noción del espacio que
se constituye como expresión de la identidad, el lugar (Castells, 1998).
Con los cambios paradigmáticos que estamos viviendo
hemos sabido convertir las TIC en herramientas capaces de crear ciencia, arte e
innovación social. Herramientas
impulsoras del desarrollo de una nuevo orden informacional donde la mediación
social, cultural y educativa permiten construir, con el uso de las plataformas
digitales, un entorno de fortalecimiento democrático en frente de la actual
democracia de mercado.
Marc Chalamanch
(Fotografía Marc Chalamanch, New York, 2011)
Marc Chalamanch
(Fotografía Marc Chalamanch, New York, 2011)
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