27.3.10

Entrevista a ARCHIKUBIK

Publicación de una entrevista de Jose García Osorio a ARCHIKUBIK en la revista VIA CONSTUCCIÓN nº78, páginas 34-35

¿Qué os llevó a asociaros en 1996 en ARCHIKUBIK?

Nuestra pasión por la arquitectura nos llevo a emprender un proyecto común que es ARCHIKUBIK. Lo hicimos desde una clara mirada internacional e intergeneracional de nuestro trabajo, reflejado en la composición del despacho y con una visión interdisciplinar de nuestra profesión explicitada en un entorno donde compartimos espacio y trabajo con profesionales de diversas disciplinas.

En estos primeros años de actividad, ¿qué valores arquitectónicos consideráis que caracterizan vuestra actuación?

Desde nuestra creación nos hemos centrado en tres campos: la investigación, la realidad construida de la práctica profesional y la docencia, entendiéndolos de una manera complementaria e indivisible. Estos tres campos permiten una evolución arquitectónica constante. Pensamos que esta manera de trabajar nos permite adaptarnos mejor y más rápido a los grandes cambios de la revolución tecnológica y de la revolución ecológica, los cuales afectan a la realidad social, cultural, política, económica y tecnológica de la contemporaneidad. Nuestro entorno de trabajo en un espacio multidisciplinar, @Kubik, nos permite afrontar a través de procesos cruzados una disciplina como la arquitectónica, inmersa siempre en una realidad compleja.

Trabajáis en proyectos a diferentes escalas que van desde edificios plurifamiliares y viviendas unifamiliares, hasta escuelas, centros geriátricos, instalaciones deportivas o proyectos de consultoría. ¿Cómo lográis resolver los conflictos entre realidades de tan distinta naturaleza?

Las diferentes escalas no son el reto sino el conocimiento del programa y el contexto. Empezamos los proyectos con procesos de disección de la realidad a la que nos enfrentamos. Utilizamos diagramas operativos para dar luz a lo explícito y lo implícito de cada situación, y con una visión siempre glocal trabajamos con el entorno y sus circunstancias, buscando oportunidades de crear una ciudad más allá del propio proyecto y tratando de convertir el conflicto en oportunidad. Tenemos la premisa de no trabajar “para” nuestros clientes sino “con” ellos. Trabajamos siempre con una mirada transversal estrechamente ligada con el cliente para buscar las mejores oportunidades, con los responsables políticos para convertir cada proyecto en una oportunidad de ciudad, y con las usuarios finales para definir mejor sus necesidades presentes y futuras.

En vuestros trabajos otorgáis una especial atención al contexto, al que consideráis “el verdadero hilo narrativo del proyecto”…

El contexto está basado en el conjunto de circunstancias que vinculan un lugar y su tiempo, las necesidades presentes y las futuras, un entorno existente y su visión de futuro, y estas relaciones tienen que ser comprendidas para poder darles respuesta.
Nuestro trabajo se basa no sólo en entender la complejidad en que se mueve nuestra profesión, sino en involucrarla para que forme parte del proceso de creación del proyecto.
Si un proyecto sabe entender el contexto y puede en su medida solucionar problemáticas urbanas, la ciudad siempre nos acaba devolviendo esta generosidad. En este sentido el contexto no sólo tiene un papel de significación simbólica, sino sobre todo constituye una gramática proyectual; su geometría, su narrativa y su capacidad de ser arquitectura en potencia son propiedades alimenticias para nuestra manera de proyectar.

¿Cuál es la clave para conseguir trasladar una dimensión emocional a vuestra arquitectura?


Afrontar la solución de cada proyecto entendiendo la escala humana, la urbana y la metropolitana. Ser conscientes de que trabajamos para nuestra sociedad con proyectos destinados a ser vividos por personas, pero también vividos en términos de ciudad.
Todos los proyectos por pequeños que sean recorren todas las escalas y nuestra arquitectura tiene que identificarse emocionalmente con ellas. Para esto es necesario entender la sociedad en la que vivimos y los cambios en los que está inmersa.

Sois un despacho con voluntad internacional con proyectos en España y Francia y con arquitectos asociados en París y Guadalajara (México). Precisamente, habéis terminado la 1ª fase de un proyecto de reordenación urbanística en Ivrysur- Seine (Francia): Eco Quartier Carnot-Vérollot. Ahora que estáis empezando el proyecto básico de los diferentes edificios, la urbanización, espacios públicos y paisajismo, ¿cómo os planteáis su revitalización?

El sector Carnot-Vérollot, en Ivry sur Seine, representa el primer gran proyecto internacional del despacho. El reto consiste en la dinamización de un barrio con un tejido urbano muy heteróclito que combina altas densidades con pequeñas unifamiliares. El máster plan, ya finalizado, permite la preservación del espíritu de la pequeña escala urbana a la vez que representa una reflexión sobre la densificación y la compacidad urbana en una gran oportunidad de crear ciudad. A través del estudio diagramático de las líneas de fuerza del territorio hemos rescatado sus huellas históricas para la creación, a partir del espacio público, de un proyecto denso y compacto que abarca la mixticidad social y tipológica. Gracias a una calle de tránsito suave, a un jardín compartido y un huerto educativo se busca la permeabilidad del corazón de la parcela a través de los espacios públicos y espacios urbanos públicos privados (EPP) o semi-privados, que permiten poner en marcha estrategias urbanas para favorecer la integración y la interrelación de los diversos actores sociales y el vecindario, en su diversidad. Es un proyecto que incluye programas tan diversos como 6000 m2 de residencia para jóvenes trabajadores, 280 viviendas libres y el 43% de viviendas de protección oficial, una guardería y también un comercio de proximidad, los cuales constituyen este programa de eco-barrio que deberá garantizar la máxima calificación medioambiental francesa HQE-BBC, entendiendo la sostenibilidad urbana, no solo como un reto de eficiencia energética, sino también a nivel social.

En el campo de la vivienda, habéis hecho un trabajo exhaustivo de adecuación a los nuevos tiempos con proyectos como la Colin’s House o las viviendas de Coll i Vehí. Recientemente, habéis finalizado el proyecto Less than a tower en Barcelona, que a modo de mini-rascacielo japonés consigue repartir vistas y aprovechar el máximo la luz de las 34 viviendas. ¿Cómo habéis trabajado conceptos como la regeneración urbana, densidad y compacidad, edificio relacional o diferencia y repetición?

El proyecto Less Than a Tower es un ejercicio de densidad y compacidad a la vez que un re-activador del espacio urbano. Creemos en la ciudad densa, en la ciudad compacta, en la ciudad sostenible y por eso nos propusimos convertir un edificio que el PGM proponía de PB+4 y 70 m de fachada, en un edificio de PB+10 y 12,45 m de fachada. Convertimos un edificio “muro” en un edificio rótula a cuatro vientos. Pudimos convertir un edificio simple en su configuración volumétrica e insensible a las condiciones del contexto en un edificio articulado en sus volúmenes y sensible a las calles laterales, a la vez que atento al Paseo Sant Antoni dotándolo así de escala urbana a partir de la escala humana. Como resultado la ciudad ganó una plaza y la conservación de una rampa peatonal existente que resuelve el encuentro del barrio (El Triangle), de calles estrechas a tres metros por debajo de la gran avenida del Paseo de Sant Antoni.
Otra premisa importante es nuestro interés en pensar y hacer edificios relacionales, no objetos mudos, autistas, en un lugar, sino proyectos que cambian con la luz del día (fachada de aluminio), y que favorecen la aparición de espacios públicos privados (EPP) de encuentro (planta palafítica), proyectos que ayudan a entender la sección de una calle (patio inglés en las diferentes entradas), edificios que buscan establecer un diálogo con lo circundante sin caer en la autocomplacencia. En otras palabras, hacer edificios vivos, con lecturas diversas y con respuestas cambiantes. Al mismo tiempo queríamos romper el volumen de la torre entendido como un prisma plano e indiscriminado con la repetición en serie de las 10 alturas de la torre con el mismo programa por planta, dos viviendas de dos habitaciones y dos estudios. Para dotar de movimiento al fuste de la torre giramos en las plantas pares y en las impares las salas de estar de las viviendas más grandes a Noroeste y a Noroeste respectivamente, aprovechando las vistas francas que la posición urbana nos ofrecía en cada fachada. Este giro permite estructurar el volumen a través de un plano plegado que recorre todo el fuste. Además, retirando o alargando los planos del cerramiento logramos conseguir terrazas lineales que actúan de protección solar pasiva. Las plantas están conceptualmente repetidas, pero proyectualmente son diferentes y volumétricamente parecen cajas apiladas. Ritmo, ritmo…

El año pasado también finalizasteis la rehabilitación de la Escuela Súnion en Barcelona. ¿Cómo habéis traducido las premisas iniciales de respeto, capacidad de autoenfoque y espíritu comunitario?


La Escuela Súnion es una de las escuelas de referencia de Barcelona, con un sistema pedagógico propio basado en la promoción de la autonomía, la responsabilidad personal y la potenciación del aprendizaje de la convivencia. El trabajo en equipo con la dirección y los profesores nos permitió reformular y actualizar en esta nueva cede los conceptos espaciales que les han ayudado a fomentar la formación de ciudadanos responsables y sensibles en su enseñanza. Entre estos espacios el “Fórum” constituye la pieza clave alrededor de la cual se estructura toda la escuela. Actúa como plaza pública cubierta. Es su corazón, el espacio de encuentro y de diálogo, donde se hacen las celebraciones pero también donde se discuten los problemas. Sus claraboyas lo llenan de luz natural y lo conectan con el patio central generando una fachada horizontal.
En cada acción hay una voluntad de adentrar la luz natural en todos los espacios a través de nuevos patios y potenciando sistemáticamente las conexiones visuales desde cualquier punto de la escuela y entre los mismos espacios de trabajo. Un principio operativo de pasillo-taquilla articula a modo de columna vertebral el conjunto de la escuela, favoreciendo el espacio de “roce”, de contacto y de intercambio fortuitos entre los alumnos. Paralelamente, la voluntad de dotar cada planta de puntos específicos de interrelación y de intercambio de información entre los alumnos y los profesores, genera una lógica de distribución alrededor de un núcleo compacto, compuesto por seminarios y despachos.
Los pasillos de taquillas y vidrios que los separan de las aulas permiten la flexibilidad futura del espacio y así incorporar el “vector tiempo” y promover en cada decisión del proyecto el concepto de “comunidad”.

14.3.10

Sinapsis urbanas



Miramos en un mapa una serie de nombres ligados por líneas que estructuran un supuesto mapa de nuestra ciudad, nombres que en apariencia dicen poco pero que conectan nodos de nuestro mundo personal, entrelazados en nuestra geografía emocional urbana. Nos dejamos engullir por la boca del metro convencidos de volver a salir y de reencontrarnos con nuestro entorno vivencial, como si de un lapsus vital se tratara. Son minutos o hasta horas donde nos convertimos en simples entes transportados por las entrañas de la ciudad. Las mentes se quedan en blanco o recorren de manera abstracta nuestras vidas como si de sueños se tratara, mientras las miradas se vuelven más intensas a sabiendas del anonimato que da el tumulto.

La sensación de bajar al metro es siempre intrigante, y mucho más en una ciudad como Londres. El espacio cambia por completo a medida que se penetra en este mundo subterráneo. Las visuales se vuelven lineales y el exterior queda convertido en una masa sólida y opaca que desaparece de nuestra percepción. Te encuentras recorriendo un entramado incierto y unidireccional que conecta diferentes partes del mapa mental que existe en la superficie. La luz artificial recuerda la distancia hasta el exterior y hace que perdamos toda referencia de temporalidad y calidez que el sol proporciona. Los sonidos parecen controlados. El hilo musical quiere envolvernos sin intención de protagonismo, las voces digitales desaparecen en la rutinaria llamada de un aviso, que de tan oído se convierte en indiferente. Los músicos -con más o menos pericia- intentan alegrarte el día cuando quieres estar triste y te entristecen cuando quieres sonreír. Reflexionas sobre el privilegio del silencio al retornar tranquilamente entre los pensamientos dispersos que te acompañan durante el trayecto.

Las escaleras mecánicas convierten la bajada al metro en una sinapsis entre superficie y profundidad, donde uno se mueve como si en una montaña rusa estuviera. Hay un camino marcado hasta para el más espabilado de los viajeros. La velocidad es la única arma para avanzar más rápido entre pasillos, escaleras y cambios direccionales indicados por grandes carteles de colores, con números y letras que sólo el que ya no mira entiende a la primera. Al final, el andén, punto de reunión de todos. De los rápidos y los lentos. De los despistados y de los guiados por el subconsciente. Todos acaban esperando el metro que cada día es más transparente, silencioso y afable, y deja ver a través de sus cristales el mundo interior que recorre la ciudad.

Me pregunto… ¿cerrando los ojos podría viajar al fin del mundo, llegar a una estación fantasma o emerger en New York o en Tokio, o en Beijing? No. Lástima de viaje.

¿Qué espacio recorremos? ¿Dónde está el arquitecto, la calidad del espacio, su capacidad de crear acontecimientos, de enriquecer estos trayectos, de formar, informar, emocionar?

Son espacios neutros e indefinidos, pero sobretodo despreocupados y absurdos, que sólo unos pocos publicistas -normalmente con poco talento- intentan invadir para demostrar su incapacidad de convencernos de lo que nos quieren vender. Seguramente porque no estamos, nuestras mentes han desaparecido de lo absurdo y desagradable, buscando refugio en nuestros pensamientos por encima de las profundidades de la ciudad.

Me pregunto… ¿es el espacio el que se mueve o somos nosotros quienes nos movemos en su interior? Es evidente que se trata de un espacio público que aún no hemos sido capaces de conquistar.

Marc Chalamanch

(Fotografía Marc Chalamanch, metro de Londres)

8.3.10

Artículo de Fredy Massad - Alicia Guerrero sobre ARCHIKUBIK

Artículo de Fredy Massad & Alicia Guerrero sobre ARCHIKUBIK

EN ESTADO PRESENTE

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste
Publicado en ABCD las Artes y las Letras, ABC, Madrid - Número 939

Fundado en 1996 y establecido su actual perfil de equipo en 2002, el estudio barcelonés ARCHIKUBIK ha venido perfilando una identidad de acción que les sitúa dentro de la conciencia del estado de transición que es el momento presente desde una posición que aspira a ser experimental y crítica desde el pragmatismo. Operando desde su despacho en @Kubik, un espacio sito en un antiguo edificio industrial, codo a codo con diversos grupos de trabajo con los que ARCHIKUBIK ha ido modelando un sistema de trabajo en red, su trayectoria se consolida evidenciando una aproximación que comprende la arquitectura como un aparato intelectual y material desde el que analizar y concretar los procesos de transformación que la era de la información y su velocidad están imponiendo a nivel cultural, social y económico sobre individuo y ciudad.

En palabras de Carmen Santana, Miquel Lacasta y Marc Chalamanch, los responsables al frente ARCHIKUBIK, su ‘posicionamiento estratégico se fundamenta en incorporar el vector TIEMPO en la arquitectura, permitiendo abordar una arquitectura CUERPO, más allá de las formas, imbuyendo a los edificios creados de una dimensión emocional’. Un posicionamiento que resulta interesante examinar a través de dos edificios que este estudio ha finalizado recientemente en Barcelona, y en los que se hace posible observar la manifestación de esa necesidad de concebir la presentidad de la arquitectura como un ejercicio de creación de entidades capaces de ser flexibles y adaptables, alejarse de la convicción, radicalmente obsoleta ya, de que cualquier edificio debe ser asumido como un final. La realización de la rehabilitación de la Escuela Súnion y la construcción del edificio de viviendas ‘Less than a tower’ han coincidido en una misma franja de tiempo, y parten de condiciones muy diferentes, casi antagónicas, pero se trata en ambos casos de edificios que ejercen un muy concreto efecto tanto sobre su área urbana de influencia como en la relación que sus usuarios establecerán con ellos.

Cuando se plantea el edificio integrando viviendas de propiedad y de alquiler temporal ‘Less than a tower’, que se ubica en un espacio de transición entre la cierta monumentalidad del área de la estación de Sants y la pequeña escala del barrio de El Triangle, de calles estrechas y estructura casi suburbana, se toma la decisión de dotar al edificio de un uso híbrido, que plantea el encuentro de ambas dimensiones, hacer del edificio “un ejercicio de densidad y compacidad a la vez que un reactivador del espacio urbano”. Las condicionantes urbanas dadas, y las propias motivaciones de experimentación del estudio, hacen que ARCHIKUBIK tome la decisión y, en el propio nombre del edificio ‘Less than a Tower’ (‘Menos que una torre’) queda implícito, que el programa sea el que defina formalmente al edificio, que queda a medio camino entre lo objetual y la realidad constructiva circundante, logrando una conjunción de esas dos dimensiones tan contrastadas entre sí, al rechazar configurarse como edificio-muro insensible a sus condiciones circundantes para optar por ser un edificio-rótula, articulado en sus volúmenes y dotado de una cierta escala urbana desde la escala urbana. El volumen del edificio se estructura a través de un plano plegado, zigzagueante que recorre todo el fuste; se hace asimismo reverberar las plantas retirando o alargando los planos del cerramiento con lo que se consiguen terrazas lineales que protegen del sol. Las plantas están conceptualmente repetidas pero proyectualmente son diferentes y volumétricamente asemejan cajas apiladas. A través de este planteamiento, los arquitectos intentan generar un edificio relacional, capaz de imbuirse de lecturas diversas y de producir respuestas cambiantes.

En el caso de la Escuela Súnion, ante el requerimiento de adaptar una escuela construida en los años cincuenta para reconvertirlo en un centro docente moderno con un plan de estudios pedagógicamente avanzado, el factor humano y las condiciones educativas específicas del modelo que aplica este colegio se plantean aquí también como base para la definición de la intervención. El fuerte carácter del programa docente determina la manera de actuar, retransformando lo que era un edificio compartimentado y oscuro, en otro diáfano y dinámico, donde las necesidades de uso moldearán la nueva estructura del edificio rehabilitado. ARCHIKUBIK actúa desde la atención a dos factores convergentes que suponen aunar la adecuación de un edificio preexistente a unas nuevas necesidades funcionales y a los ideales del proyecto pedagógico del centro. Vinculado a esta actitud, se encuentra también el deseo de los responsables de la escuela de plantear la rehabilitación de la edificación desde la premisa de la sostenibilidad, intentando conservar el máximo número posible de elementos existentes, dotando a la vez a todos los espacios de los criterios fundamentales de iluminación natural y ventilación. La vocación de alentar entre los alumnos un desarrollo del sentido del respeto, del espíritu colectivo y la capacidad de auto-enfoque se traduce arquitectónicamente en una conexión visual sistemática desde cualquier punto de los diferentes volúmenes que conforman al edificio y por una marcada transparencia y unión entre las áreas de trabajo, sugerir marcadamente una sensación de espacio compartido que estimule el sentimiento de ‘comunidad’ entre profesores y alumnos. Otra de las estrategias cruciales de este proyecto es la estructuración por un lado de las dependencias de las diferentes plantas en torno a un patio, lo que permite dotar a las circulaciones principales de luz natural; y, por otro, de la reordenación de los diferentes patios de luz existentes en la medianera en un único patio de luz longitudinal, que incrementa las cualidades lumínicas naturales de las aulas y permite un mejor sistema para de la ventilación natural. La fachada principal se convierte en una expresión de la identidad renovada del edificio, a través de la aplicación de un color vivo que unifica el aspecto externo del edificio y la incorporación de unas cajas blancas que señalan la entrada y los elementos de fachada precisos para las necesidades de luz y transparencia interior. La fachada original queda así convertida en una especie de ‘telón de fondo’ sobre el que contrastan llamativamente los elementos de nueva incorporación, actuando como el signo visual a partir del cual la escuela define su identidad para sus propios usuarios y redefine, contemporaneizándose, su ubicación en el escenario urbano.

En ambos edificios, ARCHIKUBIK replantean y reformulan ciertas convenciones tanto de la arquitectura doméstica y la arquitectura para la educación que no siempre los arquitectos y el comitente están dispuestos a modificar, o no son conscientes de la necesidad de hacer evolucionar. Se trata de cuestiones, que no están ligadas con lo aparente ni directamente con lo estético, sino que son una condición más primaria de la arquitectura, que incumbe al sentido más esencial que vincula la arquitectura con los factores del ser y el hacer humanos. Confirmando así que en estos tiempos de velocidad y cambios, se hace prioritario seguir ahondando e investigando en lo sensible, en la vivencia humana a través de lo construido, confirmando que éste debe continuar siendo el eje inmutable del trabajo del arquitecto y el que otorga entero sentido de presente a un edificio.