Publicación de una entrevista de Jose García Osorio a ARCHIKUBIK en la revista VIA CONSTUCCIÓN nº78, páginas 34-35
¿Qué os llevó a asociaros en 1996 en ARCHIKUBIK?
Nuestra pasión por la arquitectura nos llevo a emprender un proyecto común que es ARCHIKUBIK. Lo hicimos desde una clara mirada internacional e intergeneracional de nuestro trabajo, reflejado en la composición del despacho y con una visión interdisciplinar de nuestra profesión explicitada en un entorno donde compartimos espacio y trabajo con profesionales de diversas disciplinas.
En estos primeros años de actividad, ¿qué valores arquitectónicos consideráis que caracterizan vuestra actuación?
Desde nuestra creación nos hemos centrado en tres campos: la investigación, la realidad construida de la práctica profesional y la docencia, entendiéndolos de una manera complementaria e indivisible. Estos tres campos permiten una evolución arquitectónica constante. Pensamos que esta manera de trabajar nos permite adaptarnos mejor y más rápido a los grandes cambios de la revolución tecnológica y de la revolución ecológica, los cuales afectan a la realidad social, cultural, política, económica y tecnológica de la contemporaneidad. Nuestro entorno de trabajo en un espacio multidisciplinar, @Kubik, nos permite afrontar a través de procesos cruzados una disciplina como la arquitectónica, inmersa siempre en una realidad compleja.
Trabajáis en proyectos a diferentes escalas que van desde edificios plurifamiliares y viviendas unifamiliares, hasta escuelas, centros geriátricos, instalaciones deportivas o proyectos de consultoría. ¿Cómo lográis resolver los conflictos entre realidades de tan distinta naturaleza?
Las diferentes escalas no son el reto sino el conocimiento del programa y el contexto. Empezamos los proyectos con procesos de disección de la realidad a la que nos enfrentamos. Utilizamos diagramas operativos para dar luz a lo explícito y lo implícito de cada situación, y con una visión siempre glocal trabajamos con el entorno y sus circunstancias, buscando oportunidades de crear una ciudad más allá del propio proyecto y tratando de convertir el conflicto en oportunidad. Tenemos la premisa de no trabajar “para” nuestros clientes sino “con” ellos. Trabajamos siempre con una mirada transversal estrechamente ligada con el cliente para buscar las mejores oportunidades, con los responsables políticos para convertir cada proyecto en una oportunidad de ciudad, y con las usuarios finales para definir mejor sus necesidades presentes y futuras.
En vuestros trabajos otorgáis una especial atención al contexto, al que consideráis “el verdadero hilo narrativo del proyecto”…
El contexto está basado en el conjunto de circunstancias que vinculan un lugar y su tiempo, las necesidades presentes y las futuras, un entorno existente y su visión de futuro, y estas relaciones tienen que ser comprendidas para poder darles respuesta.
Nuestro trabajo se basa no sólo en entender la complejidad en que se mueve nuestra profesión, sino en involucrarla para que forme parte del proceso de creación del proyecto.
Si un proyecto sabe entender el contexto y puede en su medida solucionar problemáticas urbanas, la ciudad siempre nos acaba devolviendo esta generosidad. En este sentido el contexto no sólo tiene un papel de significación simbólica, sino sobre todo constituye una gramática proyectual; su geometría, su narrativa y su capacidad de ser arquitectura en potencia son propiedades alimenticias para nuestra manera de proyectar.
¿Cuál es la clave para conseguir trasladar una dimensión emocional a vuestra arquitectura?
Afrontar la solución de cada proyecto entendiendo la escala humana, la urbana y la metropolitana. Ser conscientes de que trabajamos para nuestra sociedad con proyectos destinados a ser vividos por personas, pero también vividos en términos de ciudad.
Todos los proyectos por pequeños que sean recorren todas las escalas y nuestra arquitectura tiene que identificarse emocionalmente con ellas. Para esto es necesario entender la sociedad en la que vivimos y los cambios en los que está inmersa.
Sois un despacho con voluntad internacional con proyectos en España y Francia y con arquitectos asociados en París y Guadalajara (México). Precisamente, habéis terminado la 1ª fase de un proyecto de reordenación urbanística en Ivrysur- Seine (Francia): Eco Quartier Carnot-Vérollot. Ahora que estáis empezando el proyecto básico de los diferentes edificios, la urbanización, espacios públicos y paisajismo, ¿cómo os planteáis su revitalización?
El sector Carnot-Vérollot, en Ivry sur Seine, representa el primer gran proyecto internacional del despacho. El reto consiste en la dinamización de un barrio con un tejido urbano muy heteróclito que combina altas densidades con pequeñas unifamiliares. El máster plan, ya finalizado, permite la preservación del espíritu de la pequeña escala urbana a la vez que representa una reflexión sobre la densificación y la compacidad urbana en una gran oportunidad de crear ciudad. A través del estudio diagramático de las líneas de fuerza del territorio hemos rescatado sus huellas históricas para la creación, a partir del espacio público, de un proyecto denso y compacto que abarca la mixticidad social y tipológica. Gracias a una calle de tránsito suave, a un jardín compartido y un huerto educativo se busca la permeabilidad del corazón de la parcela a través de los espacios públicos y espacios urbanos públicos privados (EPP) o semi-privados, que permiten poner en marcha estrategias urbanas para favorecer la integración y la interrelación de los diversos actores sociales y el vecindario, en su diversidad. Es un proyecto que incluye programas tan diversos como 6000 m2 de residencia para jóvenes trabajadores, 280 viviendas libres y el 43% de viviendas de protección oficial, una guardería y también un comercio de proximidad, los cuales constituyen este programa de eco-barrio que deberá garantizar la máxima calificación medioambiental francesa HQE-BBC, entendiendo la sostenibilidad urbana, no solo como un reto de eficiencia energética, sino también a nivel social.
En el campo de la vivienda, habéis hecho un trabajo exhaustivo de adecuación a los nuevos tiempos con proyectos como la Colin’s House o las viviendas de Coll i Vehí. Recientemente, habéis finalizado el proyecto Less than a tower en Barcelona, que a modo de mini-rascacielo japonés consigue repartir vistas y aprovechar el máximo la luz de las 34 viviendas. ¿Cómo habéis trabajado conceptos como la regeneración urbana, densidad y compacidad, edificio relacional o diferencia y repetición?
El proyecto Less Than a Tower es un ejercicio de densidad y compacidad a la vez que un re-activador del espacio urbano. Creemos en la ciudad densa, en la ciudad compacta, en la ciudad sostenible y por eso nos propusimos convertir un edificio que el PGM proponía de PB+4 y 70 m de fachada, en un edificio de PB+10 y 12,45 m de fachada. Convertimos un edificio “muro” en un edificio rótula a cuatro vientos. Pudimos convertir un edificio simple en su configuración volumétrica e insensible a las condiciones del contexto en un edificio articulado en sus volúmenes y sensible a las calles laterales, a la vez que atento al Paseo Sant Antoni dotándolo así de escala urbana a partir de la escala humana. Como resultado la ciudad ganó una plaza y la conservación de una rampa peatonal existente que resuelve el encuentro del barrio (El Triangle), de calles estrechas a tres metros por debajo de la gran avenida del Paseo de Sant Antoni.
Otra premisa importante es nuestro interés en pensar y hacer edificios relacionales, no objetos mudos, autistas, en un lugar, sino proyectos que cambian con la luz del día (fachada de aluminio), y que favorecen la aparición de espacios públicos privados (EPP) de encuentro (planta palafítica), proyectos que ayudan a entender la sección de una calle (patio inglés en las diferentes entradas), edificios que buscan establecer un diálogo con lo circundante sin caer en la autocomplacencia. En otras palabras, hacer edificios vivos, con lecturas diversas y con respuestas cambiantes. Al mismo tiempo queríamos romper el volumen de la torre entendido como un prisma plano e indiscriminado con la repetición en serie de las 10 alturas de la torre con el mismo programa por planta, dos viviendas de dos habitaciones y dos estudios. Para dotar de movimiento al fuste de la torre giramos en las plantas pares y en las impares las salas de estar de las viviendas más grandes a Noroeste y a Noroeste respectivamente, aprovechando las vistas francas que la posición urbana nos ofrecía en cada fachada. Este giro permite estructurar el volumen a través de un plano plegado que recorre todo el fuste. Además, retirando o alargando los planos del cerramiento logramos conseguir terrazas lineales que actúan de protección solar pasiva. Las plantas están conceptualmente repetidas, pero proyectualmente son diferentes y volumétricamente parecen cajas apiladas. Ritmo, ritmo…
El año pasado también finalizasteis la rehabilitación de la Escuela Súnion en Barcelona. ¿Cómo habéis traducido las premisas iniciales de respeto, capacidad de autoenfoque y espíritu comunitario?
La Escuela Súnion es una de las escuelas de referencia de Barcelona, con un sistema pedagógico propio basado en la promoción de la autonomía, la responsabilidad personal y la potenciación del aprendizaje de la convivencia. El trabajo en equipo con la dirección y los profesores nos permitió reformular y actualizar en esta nueva cede los conceptos espaciales que les han ayudado a fomentar la formación de ciudadanos responsables y sensibles en su enseñanza. Entre estos espacios el “Fórum” constituye la pieza clave alrededor de la cual se estructura toda la escuela. Actúa como plaza pública cubierta. Es su corazón, el espacio de encuentro y de diálogo, donde se hacen las celebraciones pero también donde se discuten los problemas. Sus claraboyas lo llenan de luz natural y lo conectan con el patio central generando una fachada horizontal.
En cada acción hay una voluntad de adentrar la luz natural en todos los espacios a través de nuevos patios y potenciando sistemáticamente las conexiones visuales desde cualquier punto de la escuela y entre los mismos espacios de trabajo. Un principio operativo de pasillo-taquilla articula a modo de columna vertebral el conjunto de la escuela, favoreciendo el espacio de “roce”, de contacto y de intercambio fortuitos entre los alumnos. Paralelamente, la voluntad de dotar cada planta de puntos específicos de interrelación y de intercambio de información entre los alumnos y los profesores, genera una lógica de distribución alrededor de un núcleo compacto, compuesto por seminarios y despachos.
Los pasillos de taquillas y vidrios que los separan de las aulas permiten la flexibilidad futura del espacio y así incorporar el “vector tiempo” y promover en cada decisión del proyecto el concepto de “comunidad”.
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