8.2.14

La ciudad simulada



"Un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. (...)" "Los no lugares, espacios de anonimato",  Marc Augé 


Las ciudades se maquillan, convertidas en imágenes perfectas, para poder fingir lo que la sociedad espera de ellas.  Se camuflan detrás de una aparente y deseada desinfección, ocultando el hecho de que la vida es y no se simula. Luchan insaciablemente para conservar la pureza de sus muros grises, limpios y mudos, que dicen son reflejo del progreso, frente a paredes que hablan de lo que sus ciudadanos desean, unos muros que buscan otro "progreso". 


El Muro de Berlín, en Bethaniendamm (1986)


Las ciudades son pensadas para ciudadanos imaginarios en mundos protegidos de males y malos, que ellas mismas engendran; unas ciudades que buscan una visión esterilizada de los espacios compartidos para esconder la diferencia y desarticular las iniciativas no-controladas surgidas de la propia sociedad. Ciudades para unos ciudadanos que son sometidos a un constante bombardeo de intencionalidades que les impiden tomar la iniciativa, dejándolos como desnudos espectadores de lo que tendría que ser su propia realidad. Estos ciudadanos son convertidos en simples actores de una ciudad simulada. 

"Tower, Landscapes and contemplations", Kate Kataila

La simulación es la marca repetida hasta la saciedad de lo que aspiran los que dirigen "sus" ciudades, como lo fue la de Barcelona: "la mejor tienda del mundo". Sus habitantes solo se pueden mover en ellas bajo la amenaza de un gran libro de instrucciones, prohibiciones y castigos que pretenden protegerlos, todo bajo el eufemismo del civismo convertido, a veces, en cinismo. Es la ciudad donde se excluye lo de todos para convertirlo en el negocio de unos pocos, y así poder construir la ciudad de "ellos". Una ciudad que parte de la exclusión, que es invadida por ojos que lo ven todo para prometernos nuestra seguridad,  ojos que vigilan a los "malos"  -que no conocen-  y de paso a ti que si saben bien quién eres. Una ciudad "orden-ada", sin darnos cuenta, por un sentido político destinado a neutralizar la capacidad del espacio público para crear relaciones sociales generadoras de ciudadanos. 

"La simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación de los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal. El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mala el que preceda al territorio - precisión de los simulacros- y el que lo engendre, y si fuera preciso retomar la fábula, hoy serían los girones del territorio los que pudrirían lentamente sobre la superficie del mapa. Son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto. El propio desierto de lo real."

Una nueva, vieja, ciudad se llena de zombis que no miran a los ojos, que no saben de "buenos días". Una ciudad de personas convertidas en GPS de una geografía urbana muda. La ciudad de la dictadura del corto tiempo, de las urgencias de un presente que se escapa, de un territorio desintegrado capitaneado por la soledad. Es la ciudad donde nos convertimos en individuos públicos protegidos por nuestras máscaras de roles codificados.


"Hoy en día, nuestro entorno está Ileno de una brillantez vacua. AI igual que los electrodomésticos que pueblan los estantes de una tienda de oportunidades, nuestras ciudades se han secado y estan yermas. Durante los últimos diez años, a las ciudades se les ha privado de la humedad como si las hubieran echado en una gigantesca secadora. Aunque estamos rodeados de infinidad de productos,vivimos una atmósfera enteramente homogénea. Nuestra opulencia se sostiene solo con ese trozo de película transparente. 

La vida simulada está formada sobre la base de la película transparente que cubre la sociedad. Por ejemplo, hombres y mujeres se detienen en ciertos lugares, antes de ir a casa después del trabajo, con el fin de comer, cantar, bailar, charlar, ver películas, ir al teatro, practicar juegos o ir de compras. EI tiempo y el espacio disponibles en algún lugar entre la oficina y el hogar-para hacer ejercicio, por ejemplo, en un club deportivo -son totalmente ficticios. La gente se come cualquier cosa que le sirvan como si aquellos platos hubieran sido preparados por su propia madre; cantan y bailan como si fueran estrellas de cine; debaten temas con quien quiera que esté a su alrededor como si fueran íntimos amigos; van de compras para tener buenos sueños, y actúan en un espacio artificial como si realmente estuvieran corriendo por el campo o nadando en el mar. Todo ello son simulaciones, desde el espacio y las acciones hasta cualquier cosa que puedan obtener allí. Más aún, esta vida y este espacio simulados han invadido las oficinas y las casas en lugar de permanecer modestamente en una zona neutra como es el centro de la ciudad. Nuestras familias y nuestros trabajos son ahora todos simulados. Actualmente no podemos distinguir la realidad de la irrealidad.

Hemos perdido no sólo el sentido de la vista, sino también el del gusto, el oído, el tacto y otros sentidos relacionados con la realidad. Ya no estamos seguros de lo que es realmente sabroso, de lo que oímos, de lo que realmente sentimos, etcétera. Nuestro cuerpo ha cambiado, aunque no nos demos cuenta de ello. Esto es así porque los sistemas de comunicación entre nosotros, o entre los bienes de consumo y nosotros, han sufrido cambios radicales. Hemos transformado nuestro cuerpo de tal modo que podemos invertir la relación entre realidad e irrealidad con el simple movimiento de una imagen." 
"Arquitectura en una ciudad simulada", Toyo Ito traducción de Jorge Sainz 

Cuando una ciudad esconde su propia realidad y a sus propios ciudadanos, se convierte en el carcelero de consumidores, en vez de convertirlos en sus protagonistas. La ciudad es ciudad cuando tiene ciudadanos, y estos son ciudadanos cuando disponen de las herramientas para apropiarse de ella hasta hacerla suya. Si la ciudad es un espejismo de lo que a algunos les gustaría que fuera, entonces esta se vuelve una ciudad simulada que sencillamente esconde, detrás de un fino espejo, su propia realidad. Una realidad que al ser ignorada y olvidada va empeorando hasta convertirse en la verdadera y desgraciada protagonista de la ciudad.


"Chantier Barbès-Rochechouart Billboard", Pierre Huyghe, Paris 1994

"Estoy más intrigado por la manera en cómo se produce el acontecimiento que en el mismo acontecimiento". Pierre Huyghe analiza en gran parte de sus trabajos la importancia de la visión, sus procesos y construcciones, en una sociedad del espectáculo donde el sujeto está constantemente hostigado por el vértigo voyertista provocado por la multitud de imágenes que se le proponen. Sus obras tratan de poner de manifiesto de qué manera las personas pueden reaccionar a todo tipo de intentos de homogenización o estandarización de los comportamientos y actitudes (para convertirlos en pasivos consumidores) mediante la construcción y reconstrucción de la mirada que permita escapar del control y la pasividad de la sociedad contemporánea."

Sumar es el único camino para una ciudad real, para que una ciudad crezca con sus ciudadanos y encuentre su propia verdad, en vez de simular la que el mundo espera de ella. Una ciudad que sepa encontrar en sus ciudadanos el potencial para ser lo que en realidad es y lo que ninguna otra ciudad puede llegar a ser. Una ciudad que confíe en si misma y en sus ciudadanos, más que reflejarse en el éxito engañoso de otras ciudades. Una ciudad pensada para su propia realidad, más que diseñada según la copia de otra realidad lejana. 

 “A la larga, la vida entre los edificios es más importante y también más interesante de observar que cualquier combinación de hormigón colorado y formas edificatorias impactantes.” 
"La humanización del espacio urbano", Jan Gehl

Puesta de sol en una pantalla de leds gigante en la plaza de Tiananmen el 16 de Enero del 2014, en un día de alerta por alta contaminación en Beijing, China.

 Marc Chalamanch 
(Fotografía portada Marc Chalamanch, New York, 2010)
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