(...) El hacedor de imágenes inicia su trabajo interrogándose acerca de las apariencias y traza rasgos de lo que va percibiendo, de lo que es evidente. Todo artista descubre en un momento dado que el dibujo, el trazo, en tanto actividad urgente, conlleva un proceso en dos direcciones. Trazar, dibujar, no es sólo calcular y fijar; es, por el contrario, un ejercicio de recepción. Cuando la intensidad de la mirada alcanza un cierto grado de tensión acumulada, puede uno percibir cómo lo llena esa energía contenida en el cuadro, cómo se proyecta hacia el espectador. El escrutador como receptor de energía. Los trabajos de Giacometti son la mejor demostración de este proceso.
La fusión de esas dos energías, su diálogo, no se produce, en cualquier caso con el formato pregunta-respuesta. Es un diálogo feroz e inarticulado, muy vivo. Para poder sostenerlo se precisa una gran convicción, por no decir fe... Es como un leve resplandor en la oscuridad. Las grandes imágenes brotan precisamente de ese encuentro en el túnel que supone cada una de las fuerzas contendientes. A veces, cuando el diálogo es más acerado y tajante, cuando se produce de manera instantánea, se parece mucho al arte de avistar y cazar."
Un secreto profesional
John Berger, Siempre bienvenidos
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