13.5.10

Cuando el vacío llena



No es río ni mar, estás entre agua y arena, andas solo o casi solo. Al fondo las pateras buscan la tierra ansiada entre el miedo de grandes olas y sueños prometidos de dudosa credibilidad. El cielo lo rodea todo. Estás solo, únicamente con uno mismo. La Langue de Barbarie, Senegal.

¿Y se puede explicar? No creo… En el momento que explicas una cosa le cambias el sentido, o mejor dicho, este se pierde.

Qué difícil y hasta diría absurdo explicar lo que uno siente. Sentir. ¿La globalidad de los sentidos se puede transmitir con palabras? Cuando uno experimenta un espacio necesita recorrerlo, sentirlo, digerirlo, explicárselo, o mejor callar y sencillamente vivirlo.

Son aquellos momentos donde los silencios se vuelven imprescindibles y cada uno queda a merced de su interior. La bóveda celeste invade el infinito para sacar del fondo del alma el silencio, que explica más que millones de palabras. Andas sin rumbo, casi levitando sobre la arena y los riachuelos escurridizos que crea la marea. Sólo los cangrejos salen y corren para volver a adentrarse en sus escondrijos, como intentando molestar una mente que ya se encuentra lejos, en lo más profundo de nosotros mismos.

A veces uno se encuentra sólo a pesar de estar en medio de una multitud; otras, estando sólo se siente la compañía de uno mismo… este es el momento en el que todos nos damos cuenta de que nuestra alma no soporta más la exposición a la propia desnudez y necesita volver al ruidoso “mundo” para olvidarse de la abrumadora fuerza que lleva dentro.

El espacio te invade hasta volverte ínfimo, y entonces entiendes la gran suerte que tenemos los arquitectos de poder trabajar para este poderoso amigo, el espacio.

Marc Chalamanch

(Fotografías Marc Chalamanch, Langue Barberie, Senegal)

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